Desde que entró en vigor la Ley Antitabaco, los cigarrillos electrónicos, también llamados e-cigarrillos o vaporizadores electrónicos, están ganando mucha popularidad, sobre todo en los últimos meses. Cada vez son más las personas que se deciden a probar esta nueva forma de fumar, ya sea como sustituto del tabaco, como ayuda para dejar de fumar o como forma más saludable de seguir fumando. En España, casi cada día se abre una nueva tienda para vender estos artefactos electrónicos con los que ya no se fuma, sino que se “vapea”.

Aunque los cigarrillos electrónicos pueden tener diferentes formas y diseños, la mayoría se parecen mucho a un bolígrafo. Constan de dos partes: el cuerpo y la boquilla, que se desenrosca. Dentro de ella se encuentran un par de pequeños depósitos o cartuchos que se pueden rellenar. Uno de ellos contiene propilenglicol, una sustancia que es capaz de calentarse sin necesidad de ser quemada y que es la que permite la formación del vapor. El otro cartucho contiene a veces nicotina en cantidades variables y saborizantes o aromas a gusto del consumidor: fresa, vainilla, chocolate, café y casi cualquier sabor que se pueda imaginar.

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La principal ventaja de estos cigarrillos es que no están sometidos a las restricciones del consumo de tabaco, por lo que se puede vapear en lugares donde está prohibido fumar, tales como bares, oficinas, museos, bibliotecas y lugares cerrados en general. Además, el hecho de que no haya que encenderlo evita la combustión de todos los ingredientes nocivos que contiene el tabaco. Es por esto por lo que sus defensores arguyen que el cigarrillo electrónico es mucho más sano que un cigarrillo convencional. Además no genera malos olores ni mal aliento, y no perjudicaremos a los llamados fumadores pasivos.

Sin embargo, el consumo de este tipo de cigarrillos no está exento de riesgos. La falta de regulación de este producto y la ausencia de investigaciones a largo plazo sobre los efectos del propilenglicol sobre el sistema respiratorio y la salud en general arroja muchas dudas sobre los riesgos que entraña su consumo. Además, algunos de ellos alojan nicotina en uno de los cartuchos, el componente más adictivo de los cigarrillos de siempre, por lo que pueden resultar un escollo más que una ayuda a la hora de utilizarlos para dejar de fumar. De todas formas en el caso de adicciones muy fuertes se puede empezar usando los líquidos con nicotina, ya que aunque esta sustancia esté presente en el líquido, nos libraremos de otras muy nocivas que llevan los cigarrillos convencionales.

cigarrillos-electronicos-03Los cigarrillos electrónicos están comenzando a ganar la partida a los cigarrillos de toda la vida. Muy pronto podrán comprarse también en los estancos, al ser considerados por la legislación vigente como un artículo de fumador. Habrá que esperar a nuevos y más profundos estudios sobre sus efectos para saber a ciencia cierta si los cigarrillos electrónicos son tan inocuos como aparentan. Lo que sí sabemos es que, por lo menos, no son tan dañinos como el tabaco, así que entre una opción y otra, la elección parece clara.

Otra ventaja de los cigarrillos electrónicos es el ahorro. Al menos en la mayoría de países europeos al tabaco se le aplican fuertes impuestos. Un cigarrillo electrónico de gama media con su cargador, estuche y demás accesorios puede costar entre 25 y 35 euros. Y los aromas se venden en frascos de diferentes capacidades. El caso es que desembolsando el mismo dinero en fumar electrónicamente y en tabaco normal, notamos que el tabaco se agota mucho antes, y por lo tanto el gasto es considerablemente mayor.