Los gatos son animales bastante limpios y presumidos. Ellos mismos se esmeran en permanecer lo más aseados posible, pero es evidente que por sí mismos no son capaces de eliminar toda la suciedad, gérmenes y malos olores que se impregnan en su cuerpo.

Bañando al gatoLa creencia de que los gatos temen al agua está muy extendida. Hay que empezar por desmontar ese mito. Es cierto que los gatos son animales de costumbres. No reciben de buena gana los cambios bruscos y su instinto les hace ponerse a la defensiva en multitud de ocasiones. Sin embargo si acostumbramos a un gato desde muy cachorro al contacto con el agua, el enjabonado y el cepillado, cuando sea adulto lo tomará como algo normal. Es más, será algo que le resultará agradable, y reforzará la complicidad entre el animal y su dueño. Es importante procurar que el baño lo lleve a cabo siempre el mismo individuo.

Con gatos adultos se puede intentar reconducir la situación poco a poco, con mucho tacto, pero es una tarea bastante más complicada y cuyo éxito no está asegurado.

Para empezar debes tener todos  los utensilios necesarios listos y preparados para su uso. Emplea un champú apto para gatos. Lo mejor es llevar a cabo el baño en una tina que no sea excesivamente grande. Ya que hay que acostumbrar al gato, es preferible emplear siempre la misma. No debes hacer pausas que harán que aumente la ansiedad del gato. Acarícialo y háblale para crear un ambiente tranquilo. El agua debe estar a una temperatura agradable, ni fría ni caliente, y no debes aplicarla directamente con el grifo, sino con las manos, poco a poco. Aplícale el jabón masajeándolo con suavidad y procede al aclarado sin dejar restos de jabón. Después llegará el momento del secado, en el que debes emplear una toalla suave y un secador con el aire regulado a una temperatura intermedia. Es importante no dejar partes húmedas, sobre todo las orejas, que es algo que les resulta híper molesto. Es posible que el secador ponga muy nervioso al gato. Más que nada por el ruido. Por eso conviene acostumbrarlo desde muy pequeñito.

La duración del baño no debería sobrepasar los 10 o 15 minutos, tiempo más que suficiente para completar la higienización del gato. La frecuencia ya depende del nivel de suciedad que presente el felino, pero en términos generales lo ideal sería hacerlo una vez cada mes.